La mayoría de la gente piensa que traducir un documento es tomar las palabras, buscarlas en un diccionario bilingüe y escribirlas a continuación en el otro idioma. Creen que se trata de una tarea fácil, en especial en esta época en que existen conversores en línea y lo único que exigen es copiar y pegar el texto y luego hacer clic.

La verdad es que sería perfecto; sin embargo, es falso. Una buena traducción va más allá de sustituir las palabras una a una, implica entender, interpretar y estar familiarizado con los modismos propios de la lengua. Y esa información, lamentablemente, no la poseen los programas online.

Ellos tienen su utilidad como ayudar a los niños con las tareas de la escuela y cada vez, es cierto, funcionan mejor; pero si hablamos de documentos oficiales, contratos y acuerdos de negocio, estatutos de una empresa, presupuestos y facturas; es decir, todo texto importante, entonces tenemos que recurrir a otras fuentes más formales.

Lo que se hace en el mundo de los negocios es contratar los servicios de una agencia de traducción. Estas son organizaciones con personal profesional y certificado para interpretar, transcribir, editar, redactar y revisar. Gente que además de conocer a la perfección dos o más idiomas dominan los aspectos técnicos y el lenguaje propio del área en cuestión.

Asimismo, trabajan de manera ordenada, cuidando la confidencialidad de la información y respetando los plazos de entrega. De este modo, usted nunca queda mal o tiene que presentarse en la reunión con el cliente o los socios sin tener los datos a la mano.

Si se está iniciando o ya se desenvuelve en el universo de las transacciones internacionales una agencia de traducción será, indudablemente, su mejor aliado. La estructura de razonamiento que los caracteriza unido a su cultura multilingüe le permitirá desarrollar proyectos de gran envergadura con garantía de éxito.

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